jueves, 17 de abril de 2008

Mi integración a esta familia...

Cuando mi papá volvió a casarse, María Elena sería nuestra mamá, pero Ana María se propuso ir –consciente o deliberadamente- en contra de todo lo que se proponía como familia. Es natural verlo así después de casi 39 años, ya que al ser la mayor se vio influenciada por sus amigas o su rebeldía.
Ella llegó un día con el cuento aquel de la Madrastra. Al parecer después de que fuimos a ver La Cenicienta, en el cine metro de Valparaíso. Con esta película, ella se planteó que nuestra vida sería igual y probablemente se vio reflejada en el personaje, negándose a participar del todo como una familia. Fue la primera de nosotros que tomó conciencia lo que nos había pasado al perder a la mamá.
Es cierto que el estereotipo de madrastra era muy bien dibujado por Disney en esta película, como en la de Blancanieves, pero María Elena distaba mucho de ser como aquellos individuos.
María Elena llegó a entregar mucho más cariño de lo que el cruel personaje mostraba y nuestras vidas se diferenciaban mucho del famoso cuento. Ciertamente que su planteamiento como nueva esposa-mamá-dueña-de-casa fue la de inculcarnos más independencia y disciplina, pero es una de las cosas que más le agradezco y que me ha servido hasta el día de hoy. Ya que después de haber estado viviendo tres años bajo un régimen de abuelos, ella modificó nuestras actitudes y las cambió en responsabilidades, que nos permitieron -o me permitieron- ser mejor.
La historia de la Cenicienta ha sido llevada al cine en muchas ocasiones, y con diferentes versiones, las cuales casi siempre dejan mal paradas a las madres suplentes.
El término Madrastra es, según la Real Academia de la Lengua, un despectivo de madre. Es la mujer del padre respecto de los hijos llevados por este al matrimonio. También se usa como algo que incomoda o daña. Es un término duro y generalmente se dice como tal, con desprecio. Yo no me animé a decirlo.
Para mí, en un principio, María Elena era la señora de mi papá, pero poco a poco pasaría a ser mi mamá. Aun cuando fue una palabra que nunca pude repetir o aún decirle directamente. Sin embargo, siempre ha sido 'mi mamá’, y así se las he presentado a muchos de mis amigos.
Se que fue muy valiente de asumir la maternidad inmediata de tres niños, ya criados -las dos mujeres venían mal criadas, yo no (...es broma)- con algunas mañas. Y, con la responsabilidad que ello tenía, jamás le hice ver que, al no llamarla de aquella manera tan despectiva, estaba pasando a un segundo plano. De hecho mucha gente se sorprende hoy, al saber que no es verdaderamente mi madre biológica.
Pienso que, en un comienzo, le costó asumir el que no le dijera mamá, pero después la costumbre pudo más. La llamé siempre por su nombre y hasta el día de hoy es María Elena o la abuelita María Elena para los niños.
Ella puso las bases de lo que hoy tenemos como familia, pues a pesar de todo, logramos ser una familia normal –o promedio- que fue determinante para nuestros roles de padre a futuro.
La Andreita nos da las gracias por aceptarlos como familia tan cariñosamente y felicita también a María Elena por haber hecho un buen trabajo al tener hijos tan cariñosos y nobles.
Gracias Andrea. El cariño se trabaja con amor, ya que al construir un hogar con cariño lo hacemos sabiendo que los que amamos estarán en ese hogar.
un abrazo a todos

1 comentario:

Unknown dijo...

Mi primo querido...aqui estoy una tarde de sabado, revisando todos los comentarios de cada foto, y como sentimental que soy, me corren las lagrimas...pero son lagrimas de alegria, y nostalgia, y agradecimiento. Recuerdo haber estado en casa de los abuelitos, de visita por un fin de semana que se convirtio en casi dos semanas, porque me dieron las "Paperas". Imaginense enferma en casa de Retiro, ahi si que me trataron como reina!!! Desde la Abuelita Ema, a la Adela, a la Isabel,a la tia Ani (madrina de tia M.Elena), etc. etc. Mi madrina, tia M. Elena, estaba efectivamente en EEUU, pero desde el dormitorio escuche que llegaron unos nignos a visitar con su papa. Yo no pude salir a saludar porque podria contagiarlos, pero escuche las voces, y las llevo dentro de mi desde entonces! Despues, recuerdo unas onces en la casa de tio Ricar y tia Paty, y agi llegaron estos nuevos nignos cuyo papa pololeaba con mi tia M. Elena. Instantaneamente me hize amiga de Anita Maria, y recuerdo el traje que llevaba puesto (azul claro, de gamuza, con flequillos, se lo habia mandado su tia desde Francia). Nos hicimos tan amigas que nuestra amistad duro hasta que ella se caso y se fue a Brasil, pasamos muchisimo tiempo juntas durante los veranos en la casa de Freire y en Quintero. Asimismo, los dos Luchos se hicieron tan compinches. Verdaderamente para nosotros, los Barrera-Etcheverry fue un regalo maravillosos tener primos con quienes pudieramos jugar tan bien!!!Y mas encima una mugnequita de primita chica, esa Pily, que me la queria llevar a Stgo. conmigo!!! Recuerdo onces fantasticas, visitas a los Tatas Paredes, idas a los juegos del Estero de Vigna, juegos en el pasaje con Alvaro y la Jita, idas a ver a los Etcheverry tanto en la casa del Banco, como la parcela de El Belloto, todos en patota, y siempre recibidos con los brazos abiertos y con un carigno tan especial!tantas cosas, no? A veces me sorprende la claridad de mis recuerdos, soy muy afortunada de tener buena memoria.